Aiko y Faris observaron torpemente la cama de la pareja que les habían dado para compartir. Tenía un edredón, aunque parecía bastante grande, pero necesitaban compartir.
—¡Umm! Puedo dormir en el suelo en mi forma de lobo. Tú quédate con la cama —Faris se giró para enfrentarla con una pequeña sonrisa incómoda adornando sus labios mientras se frotaba la nuca.
Deseos ronroneaban dentro de ella como un gato. Aunque no pasara nada entre ellos, aún deseaba la proximidad de su compañero. El espíritu de zorro dentro de ella estaba inquieto desde el momento en que habían entrado solos en la habitación. El apetitoso aroma de Faris siempre despertaba deseos insatisfechos en ella.
—No, somos adultos, ambos podemos dormir en la cama. Estará bien.
Ella se quitó la bolsa que contenía ropa y la colocó en la silla. Su abrigo de lana siguió mientras Faris observaba con un nudo formándose en su garganta. Lo colgó en el gancho de la pared, dejándose solo con una camisa de lana y pantalones.