Cassandra se envolvió en la cálida manta que Lana le había dado, alrededor de Siroos y de sí misma. Él conducía el carruaje mientras ella se apoyaba en él y observaba la luna esparciendo sus plateados rayos sobre ella.
—¿Crees que mi madre me estará observando? —preguntó repentinamente a su compañero.
—Creo que sí, sí. Es tu Ma, siempre vela por ti. Así son las madres —Siroos colocó un pequeño beso en la cima de su cabeza.
—Recuerdo cuando solía visitarla en la luna. Amaba el castillo blanco en el que vive hecho de rocas lunares y nubes esponjosas que no se derriten. Siempre me daba dulces como si fuera su eterna niñita —recordó Cassandra.
—Eres su hija, su única hija que yo recuerde. Tú eres todo para Aylin —Siroos recordó a través de los recuerdos de Cassandra que ella era hija única de Aylin y Arkiam. Su padre bastardo, sin embargo, había engendrado otros hijos con otras diosas. Así que Cassandra tenía hermanastros, pero Aylin tenía solo una hija.