Aiko se levantó y agradeció a todos con una pequeña reverencia en nombre de su familia también.
—Agradezco ser aceptada en la manada, especialmente al Alfa y su familia por hacernos sentir bienvenidos.
Sus curiosos ojos se dirigieron a su compañero y él ya la estaba observando con esos ojos necesitados suyos. Ella sonrió y se acomodó.
Cassandra dejó su asiento y recogió su jarra, alzándola en el aire, anunció.
—A los vínculos antiguos y nuevos, a la felicidad en nuestras vidas y a la que aún espera en las fronteras.
—A nosotros.
—¡A nosotros! —la manada coreó de vuelta, alzando sus jarras y odres.
Los ojos de Siroos no mostraban nada más que orgullo por su compañera. Cómo se había adaptado a este papel.
El banquete comenzó. Una variedad de platos, desde pan plano hasta estofado de zanahoria y carne ahumada en carbón, había sido preparada.
Cassandra comió hasta saciarse, compensando las comidas que había perdido durante el cautiverio en Kanyón.