—Cassandra, tienes que ser sincera conmigo. ¿Cómo te tratan aquí todos? ¿Estás feliz? ¿Y quién era esa mujer de la que hablabas? —Lotus hizo una serie de preguntas una vez que ambas hermanas se acomodaron por la noche.
—Cassandra suspiró. Sabía que no podía contarle a Lotus sobre la maldición o se desataría el caos. Pero definitivamente podía hablarle sobre Kela.
—Siroos tenía una amante y no tomó mi llegada muy amigablemente. Estaba celosa y trató de crear discordia entre nosotros —explicó Cassandra.
—¿Qué? ¿Cómo se atreve? ¿Va a mantenerla como concubina? Más le vale que no —Lotus soltó con ira, frunciendo el ceño en enojo.
—No, de hecho, la encarceló por intentar faltarme al respeto. Está pasando su tiempo en una mazmorra.
El alivio inundó a Lotus y ella colocó su mano en su pecho.
—Así que el bruto tiene principios. Llámame sorprendida —respondió Lotus.