Cassandra estaba ligeramente confundida sobre qué respuesta debía darle a su astuta hermana. Se recogió a sí misma antes de hablar.
—Tenemos diferentes cámaras de acuerdo con sus tradiciones, pero sí, él también duerme aquí.
Conteniendo el dolor que había nacido en su pecho, Cassandra se forzó una sonrisa falsa en el rostro. Pero esta era Lotus y no alguien más. Ella entendía todas sus sonrisas.
Sus ojos se entrecerraron y las campanas de la sospecha comenzaron a sonar en su cabeza.
—¿Qué estás ocultando, Cassandra? Tuve la misma sensación con tu carta también. No importa cuán florido intentaras usar el lenguaje, comprendí que algo iba mal y ahora vas a contarlo.
Cassandra bajó la cabeza para esconder la angustia que se asomaba en su rostro.
Lotus se acercó a su hermana y la abrazó de nuevo.
—Sea lo que sea, no estás sola, Cas. Estoy contigo, en cada paso del camino.