—Nunca corres con nosotros, solo nos ves jadear —bromeó Faris desde su posición. Viendo cómo Siroos corría al lado de su compañera para mantenerla motivada.
—No eres mi compañera —gritó Siroos de vuelta con una cierta elevación de sus hombros, haciendo sonreír a Faris; él compartiría esto con Ranon.
Siroos volvió su atención hacia Cassandra, ella iba más rápido de lo que había imaginado. El vestido hasta la rodilla que llevaba era ligero, y sus piernas y brazos podían moverse libremente. Las gotas de sudor que brotaban de su piel llevaban su aroma, que era embriagador, por decir lo menos.
Él mantenía su ritmo de acuerdo al de ella.
Los fuertes músculos de sus muslos y brazos se flexionaban y relajaban mientras su piel bronceada brillaba bajo el sol de noviembre.
—Más rápido, Cassa. Puedes hacerlo —la animó, viendo que su respiración se entrecortaba y escuchando cómo su corazón latía cada vez más rápido. El suelo había sido alisado pero estaba ardiendo y emitía calor.