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Para la total decepción de Cassandra, no despertó en los brazos del dragón... en cambio, se despertó sola en su habitación.
La decepción la inundó por olas, pero al mismo tiempo, su piel hormigueaba por la experiencia de la noche anterior.
Cómo había sido capaz de conocer tantos de los espíritus animales de él y la forma en que el dragón le había dado un paseo, mostrándole los alrededores y luego ella había dormido en sus enormes patas, acurrucada con él como si fuera su almohada personal.
Sus mejillas se tornaron un vivo tono de rosa al recordar esos momentos mientras se sentaba en su cama.
Y luego, el recuerdo del sueño que había tenido durante la noche afloró en su cerebro. Había visto a la mujer más hermosa que podría existir en su sueño. La mujer tenía el cabello plateado muy largo y una sonrisa encantadora. La dama había colocado su mano en la cabeza de Cassandra y le había dicho.