Después de haber probado el sabor de sus labios, tal y como prometió, Siroos se transformó de nuevo, esta vez en su majestuosa forma de león.
Cassandra ya lo había encontrado antes en la arena, pero él no era muy amigable en ese momento debido a la situación de vida o muerte en la que habían estado atrapados.
El león levantó su cabeza y rugió profundamente, su pesada melena se sacudió al mover su gigantesca cabeza y sus ojos amarillos se fijaron en Cassandra.
Realmente era una bestia majestuosa, su tamaño mucho mayor que un león regular, y se movía hacia ella sobre sus patas. Su mandíbula se abrió y una enorme lengua rosa salió disparada.
Cassandra lo miraba en trance, incapaz de moverse hasta que le lamió la mejilla.
Una vez.
Dos veces.
Tres veces.
—Una risa sincera se escapó de sus labios mientras sus brazos rodeaban su cuello con melena y ella enterraba su cara en su largo pelaje.