—¿Ya están descontentos con tus acciones, y planeas darles más razones? —preguntó Cassandra, tratando de no respirar; su aroma estaba interfiriendo con su capacidad para pensar.
Por otro lado, Siroos, siendo un Alfa, era extremadamente persistente en lograr lo que se proponía. Ahora, todo su enfoque estaba en su compañera y en conquistar su corazón.
—Les daré un espectáculo que los hará rechinar los dientes si no dices mi nombre, Malakti —respondió obstinadamente, y Cassandra lentamente sacudió la cabeza.
—Eres tan necesitado, Siroos —Cassandra torció los labios para finalmente decir su nombre. Un puchero se dibujó en sus labios.
La sonrisa en su rostro se fundió en una sonrisa pícara; su pulgar rozó su mejilla, la pellizcó lentamente y la convirtió en una fresa.
—¿No fue tan difícil, verdad? —preguntó mientras la atraía más hacia él colocando su mano en la parte baja de su espalda.