Siroos entró silenciosamente en su cámara.
—Llegas tarde —replicó Faris, al ver llegar a su hermano. Desenredó sus piernas y se levantó de la cama de Siroos con movimientos ágiles.
—¿Vino alguien a verificar? —preguntó Siroos, cerrando la puerta de su cámara.
—Por supuesto que sí. Mantuve mi rostro alejado mientras Ranon les daba un vistazo de mi espalda cubierta. Solo agradece que nos parecemos de espaldas —siseó Faris.
—¡Hmm! —Siroos frotó con molestia el rastrojo de su barbilla.
—Solo espero que se lo crean. Y me debes 20 monedas de oro, ¿vamos a ver ese dinero? —Faris exigió, extendiendo su mano, moviendo sus dedos con impaciencia.
Los ojos de Siroos se estrecharon desilusionados hacia su hermano mientras le aconsejaba lo que sabía que era inútil.
—No las malgastes con prostitutas, úsalas para algo fructífero.