—Estoy aquí, mamá. Sé que hiciste lo mejor que pudiste. Todo salió bien —le aseguró Cassandra a su madre cuando ambas se separaron.
Aylin sostuvo el hombro de su hija y parpadeó para alejar las lágrimas que se acumulaban en sus ojos hipnotizantes.
—Eres tan fuerte, tan hermosa —incapaz de contenerse, besó la frente de su hija y dejó que su amor eterno se filtrara en ella.
Cassandra sonrió.
—Lo soy. Riemc y Sahli levantaron las maldiciones —Hemos estado trabajando en ello por un tiempo —reveló Aylin, su corazón aleteando al ver a su hija libre de esa condena—. No podía interferir, o hubiera empeorado, pero encontramos la forma y tomamos la iniciativa. Necesitábamos esperar a que renacieras primero.
—Me fortaleciste a mí y a mi compañero. Nos ayudaste a encontrar nuestro verdadero ser —respondió Cassandra con una sonrisa agradable y tranquilizadora para su madre.
Siroos observaba en silencio desde un lado, dejando que la madre y la hija tuvieran este momento.