Un nuevo rayo de esperanza se encendió en sus corazones cuando Gildaryn les hizo conocer la ubicación exacta donde se encontraba el árbol.
Les informó también sobre los peligros potenciales que les esperaban y los desafíos que podrían enfrentar. Los monstruos que acechaban en tierras pantanosas y el Inframundo.
—Agradecemos tu ayuda, Gildaryn —ofreció Cassandra con una sonrisa.
—¡Gracias! Hermoso dragón y dios de la riqueza —elogió Lotus. Ella había llegado a admirar a este dragón.
Todos se prepararon para su viaje.
—Quédense por la noche en mi humilde morada. Partan por la mañana. No encontrarán muchos lugares seguros para dormir en estas tierras —ofreció gentilmente Gildaryn mientras comenzaba a dirigirse de vuelta hacia la montaña de la cual había saltado antes.
Siroos finalmente volvió a su forma humana, después de llegar a un acuerdo con el Nacido al Anochecer de que le dejaría hablar a Cassandra a solas.