—No puedo ni mirarla. ¿Cómo voy a perdonarla? —preguntó Faris a su mejor amigo, atormentado por la situación en la que había sido sumergido. Los contornos de su rostro se habían marcado en piedra.
—Primero, necesitas perdonarte a ti mismo; si no puedes hacer eso, ¿cómo vas a seguir adelante? La culpa que llevas es como termitas, te comerá por dentro.
Ranon sabía lo bondadoso que era su amigo. Se preocupaba por todos, y esto lo iba a romper de las peores formas posibles.
—No veo que eso suceda en un futuro cercano. —Faris vació su odre de vino y se recostó contra la pared con los ojos cerrados y los brazos cruzados. Tenía las piernas levantadas.
Ranon se quedó con él proporcionando el apoyo que su amigo necesitaba en estos momentos.
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Haylia decidió hablar con Aiko en privado. Por lo que le pidió a la joven que diera un paseo con ella cerca del oasis.