Tholarian marchó abruptamente por el espacio de su estudio. Su mano se frotó agitadamente la barbilla.
Lotus y Razial estaban de pie frente a él mientras Stephanie se encontraba en la parte trasera, cerca de las puertas dobles, con una risita.
Hizo una pausa y se dirigió a su hombre de confianza y a su hija.
—¿Qué está pasando entre vosotros dos? ¿Acaso ninguno de los dos se detuvo a pensar ni un segundo sobre el daño que causarían estas entradas y salidas furtivas? —preguntó de manera directa.
—Nada está pasando, Padre, como ya dije antes. Stephanie está delirando —respondió Lotus, echándose hacia atrás su cabello perfectamente rizado. No había señal alguna de vacilación en su rostro.
—Mentirosos, los vi salir a escondidas, así que esperé y los atrapé cuando regresaban. En su culpa, ambos me atacaron y me causaron heridas —se quejó Stephanie desde detrás de ellos; su voz irritante hizo que Lotus cerrara los ojos para mitigar las tormentas que se gestaban allí.