Siroos caminaba frenéticamente por el pequeño espacio de su habitación alquilada mientras Faris estaba sentado con las piernas abiertas, mirando a su compañera que aún estaba inconsciente.
—¿Estás seguro de que ella es la cambiaformas zorro? —Siroos preguntó de nuevo solo para confirmar.
Como Faris nunca la había visto en su forma humana, Siroos tenía dudas.
—No hay error posible en ese aroma, está volviendo loco a mi lobo y a mi espíritu de zorro en este momento. Es ella, el zorro que me hizo perseguirla —su corazón le gritaba sosteniendo la cruda verdad que lo estaba desgarrando.
—Además, ella no pudo haberme olfateado o reconocido, así que su aroma es real. Es mi compañera, me guste o no —las palabras de Faris tenían sentido, pero no aliviaban el dilema en el que ambos hermanos se encontraban.
—Espero que esté dispuesta a decirnos dónde ese bastardo está manteniendo a Cassandra —dijo Siroos con los dientes apretados.