Lotus bajó su capa para cubrir su rostro mientras salían por la puerta trasera. Razial informó a los guardias que estaba despidiendo a alguien y los guardias le guiñaron un ojo, pensando que había metido a una prostituta más temprano.
Lotus tuvo que rodar los ojos bajo la capucha.
Una vez que estuvieron fuera y a una distancia segura del palacio, Lotus lanzó hacia atrás su capucha y lo miró con furia.
—¿En serio? Razial, ¿no tenías otra excusa? —preguntó Lotus.
Razial simplemente se encogió de hombros mientras sostenía las riendas con su mano derecha y controlaba a su corcel.
—Los hombres son criaturas simples, Princesa Lotus. Todos tienen una necesidad básica, y siempre apoyan a sus compañeros en su cumplimiento —afirmó Razial.
Lotus sacudió ligeramente su cabeza. Su cabello claro se destacaba bajo la luz de la luna, su brillo plateado hacía resaltar cada mechón y Razial tuvo que reprimir el impulso de mirar fijamente.