(El contenido de este capítulo puede ser perturbador para lectores sensibles. Por favor, tenga en cuenta su salud mental antes de leer este capítulo. Se recomienda discreción al lector si tiene disparadores de 'asfixia'. Gracias.)
Sus palabras enviaron escalofríos deslizándose por su piel, y no de una manera buena. Cassandra entendió que él iba a lastimarla, gravemente.
Despacio, se levantó y le quitó la venda de los ojos; deseaba ver el terror allí, el miedo inexplicable que debía haber nacido en sus hermosos ojos violetas debido a sus palabras.
Para su decepción, todo lo que encontró fue desafío y asco dirigidos hacia él mientras ella parpadeaba varias veces, dejando que sus ojos se acostumbraran a la luz roja tenue de la habitación y al resplandor ámbar del fuego crepitante en la chimenea.
El lugar estaba frío, a diferencia de su tierra.
Se inclinó y quitó el trozo de tela que había metido en su boca para que pudiera hablar.