—La Sikala gruñó, abriendo su fea boca y rápidamente bajándola para engullir a Cassandra y a Wila.
Cassandra esperó, inclinando su espada, empujando sus brazos hacia atrás y tomando una postura adecuada. Justo cuando intentaba tragárselos, Cassandra lanzó la espada hacia adelante con un fuerte gruñido.
—¡Arghhh! ¡Muere! —clavándola en su boca abierta, el escudo evitaba que los afilados caninos en forma de aguja de la Sikala perforasen la piel de Cassandra.
Se debatía a causa de la espada incrustada en su cabeza mientras intentaba retorcerse de vuelta al suelo arenoso.
Cassandra cayó hacia atrás por el impacto mientras protegía con su cuerpo a la pequeña Wila, quien tenía los ojos fuertemente cerrados.
El rugido del dragón y una sombra imponente sobre ellos hicieron que girara la cabeza. Tan enfadada como estaba, la invadió el alivio, relajando cada músculo tenso del cuerpo de Cassandra.