Al escuchar la súplica de la madre de Wila, Cassandra le hizo una promesa. Luego se acercó a Haylia. Aunque ya no hablaba con la mujer mayor, Cassandra sabía que este no era el momento para guardar rencor. Necesitaban trabajar juntas en este momento difícil.
—Vera Haylia, necesito que asumas la responsabilidad de estar a cargo. Yo voy a salir a buscar a Wila. Él está desaparecido —dijo Cassandra a su suegra en un tono completamente serio.
Haylia, que estaba atendiendo a una señora mayor, la tranquilizó, se enderezó y le dio a Cassandra una mirada horrorizada.
—Luna, ese no es tu trabajo. Un guerrero llegará a él. No puedes salir ahí afuera en una tormenta con Sikalas sueltos —dijo.
Cassandra sacudió la cabeza, bastante tercamente.
—Los guerreros están ocupados y solo tenemos a Ames aquí por si algo se aproxima. Como su Luna, es mi deber mantener a todos a salvo. Ese niño debe haberse perdido en la tormenta, estará asustado. Voy a ir tras él —dijo.