—Umm —murmuró Faris mientras las suaves caricias de Ara permanecían en su piel.
Deslizando su mano entre sus rizos lujosos, Faris acercó sus labios a los de ella, hambrientos. Ara jadeó en su boca mientras él los reclamaba mordisqueando su labio inferior. Sus manos se agarraron a sus hombros mientras la lengua de Faris empujaba su apertura, su boca se abrió parcialmente y como un zorro astuto, se deslizó dentro de su cavidad invitadora.
Su lengua acarició la suavidad aterciopelada mientras su mano tiraba bruscamente de su cabello. El cuerpo de Ara temblaba por su suavidad y por su rudeza, estimulándola al mismo tiempo.
Faris rompió el beso y preguntó con el pecho jadeante. Sus ojos ardían como brasas y brillaban con deseos carnales.
—¿Serás una buena chica? —preguntó Faris.
—Siempre —susurró Ara, sus manos se deslizaron sobre la piel lisa de su pecho de tono arenoso.
—¡Ponte de rodillas! —ordenó él, agarrando todo su cabello y empujándolo hacia atrás desde su rostro.