Faris avanzó con valentía, su rostro endurecido iluminado por la luz tenue del pasillo.
—Tienes mucho valor diciendo eso después de la jugarreta que todos ustedes le hicieron a mi hermano y a mi cuñada —Faris estalló, interponiéndose entre Ames que sostenía a Kela y los Ancianos. Se enfrentó a los Ancianos y a su madre, que parecía desconcertada.
—¿Qué está pasando, Faris? —preguntó ella, perpleja. Sus ojos resbalaron hacia Kela, que actuaba toda asustada.
Haylia sabía que Siroos nunca la reclamaría; era muy firme en sus creencias, y había dejado muy claro a todos que no se acostaría con otra mujer. Alguien parecía haberle jugado una mala pasada.
Pero Ghala interrumpió su conversación y contraatacó dando un paso adelante.
—Hazte a un lado, muchacho, y no hables de lo que no entiendes. Kela podría estar ahora llevando la semilla del Alfa; ella es la que va a darle un heredero ya que él la ha reclamado.