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—Si quieres volver y ver al Viejo Maestro An, tengo una forma —En el coche, Mo Yunchuan vio la mirada algo distraída de Ye Shaohua y no pudo evitar suspirar.
Ante sus palabras, Ye Shaohua desvió la mirada y tardó un rato en comprender de qué estaba hablando.
—No es necesario, él no correrá peligro —El Viejo Maestro An había estado tomando medicamentos durante más de un mes y, aunque este susto fue bastante, no le afectaría demasiado.
Mo Yunchuan frunció el ceño y la miró de reojo.
Ye Shaohua sintió su mirada pero esta vez no giró la cabeza, solo miró las luces de neón fuera de la ventana.
Después de un largo rato, Mo Yunchuan escuchó su voz baja, —...¿De verdad existen personas que no quieren a sus propios hijos en este mundo?
Su voz era tan ligera que Mo Yunchuan casi pensó que era una ilusión, pero antes de que pudiera responder, ella cerró los ojos, dejándolo con una sensación de pánico.