—Toutou, tú... —la madre de An giró la cabeza con dificultad, mirando hacia An Toutou.
La grabación presentaba principalmente la voz de An Toutou, sus tonos malintencionados y provocadores estaban diseñados para enfurecer a Ye Shaohua, incitándola a pronunciar esa última frase. Era obvio quién la había grabado.
El rostro bañado en lágrimas de An Toutou se congeló al instante, mientras las venenosas palabras que había dicho aquel día resonaban en sus oídos.
Ella se sintió como si hubiera recibido un golpe del cielo; las palabras que pretendía decir a continuación se quedaron atrapadas en su garganta. Al ver la incredulidad y la decepción en los ojos de An Tingjun, quien siempre la había tolerado y consentido, una marea interminable de arrepentimiento y pánico brotó dentro de ella.
—¡Hermano, hermano, tienes que creerme! —extendió su mano para tirar de An Tingjun, pero él se apartó subconscientemente.
Ella miró su propia mano, sintiendo como si algo se le escapara.