—Ye Shaohua no pudo evitar levantar la vista hacia el joven maestro cuando escuchó esta voz.
—Bai Ziyun no esperaba que ella le mirara, y su mirada aún no había tenido tiempo de retraerse.
—Cuando vio esos ojos claros y distintos, negros y blancos mirando en su dirección, se sobresaltó por un momento, luego le sonrió.
—La sonrisa era algo superficial.
—A pesar de ello, hizo que la señora se detuviera, su hijo siempre había sido tan distante, incluso no quería comunicarse mucho con ella, su propia madre. No la escucharía sobre ir a la Secta Xuantian, y ella no sabía lo que él había estado experimentando allí afuera.
—Este año que había regresado era la primera vez que la señora lo había visto sonreír.