—Shaohua, tu madre te está hablando, ¿me escuchaste? —Pu Xiang miró a su hija, que claramente estaba soñando despierta, sintiéndose tanto enojada como divertida.
—Te escuché. —Ye Shaohua entonces levantó la cabeza y asintió a la madre de este mundo.
La ocupante original del cuerpo siempre había ocupado una alta posición y poseía una fuerza significativa por sí misma, con un comportamiento juvenil y orgulloso. Siempre llevaba consigo un sentido de superioridad, incluso al mirar a los demás.
Pero ahora, aunque el rostro seguía siendo el mismo, Pu Xiang sentía que algo era diferente.
Solo esos ojos, más claros que antes, hicieron que Pu Xiang se diera cuenta por primera vez de que su hija, cuando estaba seria, podía eclipsar a cualquier superestrella internacional.
Sin embargo, a medida que seguía mirando, no pudo evitar suspirar.