—Hace mucho tiempo que no venía a un lugar como este —dijo Wen Wanyu mirando alrededor y sonriendo levemente.
De repente sintió un toque de nostalgia. Desde que Ruan Qingyang se había ido, nunca había vuelto a un lugar así.
Además de los kebabs, la olla picante caliente era su comida favorita junto con la de Ruan Qingyang. Por eso abrió un pequeño restaurante de olla picante con el antiguo dueño, Gu.
Recordaba con cariño los momentos en que disfrutaba de las brochetas con Ruan Qingyang en las calles. Aquellos días eran increíblemente alegres y divertidos.
—Siempre que te veo tejer, me recuerda a ella. Qingyi, ¿sabes? Era buena en todo y aprendía muy rápido. Pero cuando se trataba de tejer, estaba perdida. Su mirada de confusión era a menudo objeto de mis bromas —dijo Wen Wanyu apoyando su barbilla en sus manos, su rostro lleno de risa suave mientras recordaba los buenos viejos tiempos.
Lu Qingyi solo sonrió y no habló.
