Yang Ruxin regresó del bosque, su mente cargada de preocupaciones. No le interesaba el resultado de lo que había sucedido en la vieja mansión, ya fueran muertes o sobrevivientes. Además, con Sanni allí, sin duda conocería el resultado a su debido tiempo.
Lo que la perturbaba ahora eran las palabras de la Viuda Lü. De hecho, alguien se había acercado a ella varios meses antes, pidiéndole que encontrara una forma de destruir a Xun Hui y le había dado cien taeles de plata, prometiendo otros cien una vez hecho el trabajo.
La persona siempre visitaba a la Viuda Lü en medio de la noche, vestida de negro con un sombrero negro cubriendo su cabeza, haciendo incluso sus ojos invisibles, y su voz había sido alterada.
Lo único de lo que estaba segura era que esta persona era un hombre.
—Dama Xinxin —No había ido muy lejos cuando alguien la alcanzó por detrás—. Te vi hace un momento y no podía creer que realmente fueras tú...
Yang Ruxin se detuvo y se volvió:
