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Gu Qingheng levantó la mirada —Eso duele... Luego se sintió un poco impropio, ya que eso no sonaba para nada como su manera habitual de hablar. Se apresuró a bajar la cabeza.
Yang Ruxin se detuvo un segundo, luego de repente estalló en risas —Gu Qingheng, ¿estás celoso?
—No —Gu Qingheng lo negó sin convicción, aunque para entonces, ya había reconocido sus verdaderos sentimientos: estaba celoso.
—¿De verdad que no? —Yang Ruxin levantó una ceja y presionó—, pero tienes las orejas todas rojas...
Gu Qingheng inmediatamente llevó su mano a la oreja, que en efecto estaba bastante caliente.
—Realmente estás celoso de un niño de doce años, Gu Qingheng. Realmente has logrado algo impresionante... —Yang Ruxin estaba de muy buen humor.
—Él sólo es dos años menor que tú —Gu Qingheng todavía se sentía algo incómodo.
—No soy un pedófilo —Yang Ruxin se rió entre dientes, luego se acercó al oído de Gu Qingheng—. Me gustan los hombres mayores que yo...
