```
Yuan Mengzhu frunció el ceño, queriendo decir algo, pero ante el rostro pálido de su hijo que carecía de cualquier rastro de color, se encontró incapaz de pronunciar una palabra.
En ese momento, la bienintencionada Yang Ruxin estaba algo desconcertada, verdaderamente desconcertada. Ella se había preparado para recibir una azotaina, pero, al mirar el registro de hogares femeninos ya procesado en su mano y después al calmado Magistrado del Condado y a su asistente instándola a que se fuera rápidamente, realmente no sabía cómo reaccionar. ¿Debía simplemente decir gracias?
—Señorita Yang, debería regresar pronto a casa —Fang Dehua agitó sus manos—. Estoy bastante ocupado aquí. Desde ahora, usted no tiene nada que ver con nadie más y nadie puede controlarla, incluyendo asuntos de su matrimonio y las propiedades a su nombre...
—Pero... ¿no se suponía que yo... —Yang Ruxin agitó sus manos apresuradamente—. ¿No se suponía que iba a ser azotada? Pero...