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—No puedo —Yang Ruxin sacudió la cabeza con decisión—. Tío Han, deberías entender el principio de que la escasez otorga valor. Confío en que los otros platos de tu restaurante también se han estado vendiendo bien en estos días, ¿no es así?
—Exactamente, exactamente —asintió Han Baichuan—. Es solo que verlos venderse tan bien me ha hecho un poco ansioso. Tú, joven dama, eres realmente lúcida...
—Es solo la naturaleza humana —Ruxin sonrió.
—Aquí, estos son los pasteles de nuestro restaurante. Llévatelos para que tus hermanitos y hermanas los prueben —Han Baichuan sacó dos paquetes de pasteles del mostrador—. No te cortes conmigo ahora...
Yang Ruxin ciertamente no se hizo de rogar, aceptó los pasteles y se los entregó al viejo cargador de la cesta, —Tío, necesito hacer un viaje a la ciudad del condado más tarde, así que sigue adelante. ¿Podrías ayudarme a llevar estos pasteles a casa?
—Por supuesto —el viejo cargador se marchó feliz.
