Feng Caie miró los zapatos bordados debajo, ahora llenos de gusanos, y de repente sintió su estómago revoltarse, girando hacia la pared para comenzar a vomitar.
Las lágrimas en los ojos de Yang Ruyu caían aún más fuerte. —Madre, mis zapatos nuevos, solo los he usado dos días... Esa Yang Ruxin era realmente su némesis, nada bueno sucedía cuando ella la veía.
—Yuyu, déjalos ir, compraremos otro par —Feng Caie movió su mano, luego giró y salió del cobertizo, si se quedaba más tiempo, sería superada por los humos.
—Madre, tú misma lo dijiste, quiero zapatos de la Tienda de Bordados Jinxiu del pueblo —Yang Ruyu dejó de llorar instantáneamente al oír que su madre le compraría zapatos nuevos.
—Está bien, apúrate y sal —Feng Caie movió su mano despectivamente y luego se giró para irse.
Yang Ruxin corrió de regreso a su propia habitación con un pie descalzo y permaneció en silencio después de eso.
