Sini se había enamorado de los bollos de carne después de probarlos una vez y cada vez que Yang Ruxin iba al pueblo, le traía algunos de vuelta. Ahora Zhou Ying también había desarrollado un gusto por comer bollos de carne con Sini.
Ambas chicas tenían caras redondas y ojos grandes y redondos, y cada vez que obtenían sus bollos de carne, los sostenían en sus pequeñas manos y daban mordiscos, intercambiando sonrisas después de cada bocado como si estuvieran saboreando una delicadeza rara en este mundo. Eran simplemente adorables.
En ese momento, dos mujeres pasaron por allí, charlando mientras caminaban.
—¿Sabes? Esa chica de la Familia Tong es demasiado descarada.
—¿Qué pasó?
—Le quitaron la ropa en plena calle principal, y luego, escuché que incluso le entregaron la ropa en la puerta de su casa...
