Justo cuando la otra persona iba a levantar la cesta para lanzar agua, Yang Ruxin giró hacia el lado de Chen Yingzi, le arrebató la cesta, y luego, con otro giro, lanzó el agua sucia hacia un lado.
Chen Yingzi se quedó ahí con sus dos manos vacías, paralizada e incapaz de reaccionar durante un buen rato.
Los ojos de Xiaofeng se iluminaron; la velocidad de su hermana mayor era realmente muy rápida, lo cual era bastante impresionante. De cualquier manera, su admiración por su hermana mayor crecía día a día.
—Tía Yingzi, no necesitas agradecerme, ah, es solo correcto que yo, la menor, te ayude con algunos quehaceres —dijo Yang Ruxin con una risita mientras le devolvía la cesta a Chen Yingzi, luego acarició la cabeza de Xiaofeng con cariño mientras él la miraba con adoración y la tomó de la mano para entrar al patio.