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—No hace falta, volveremos para la hora de comer. Cuida de tu hermana —dijo Yang Baixiang con cariño mientras acariciaba la cabeza de Erni—. Vuelve ahora, y tu hermana mayor te traerá algo de comer cuando regresemos... No había cenado anoche y tampoco había tenido tiempo para desayunar hoy. A pesar de su hambre, solo podía aguantarlo, sabiendo que su madre nunca le prepararía nada para comer.
—Será mejor que nos demos prisa —dijo Yang Peili, algo impaciente.
Yang Baixiang saludó a Erni con la mano y luego subió al carro tirado por mulas.
Erni solo podía mirar impotente cómo el carro tirado por mulas se alejaba.
En la clínica, Yang Ruxin ya había empacado todo. No había mucho que empacar, solo se trataba de envolver las medicinas recetadas por el Doctor Wang.
Yang Baixiang llevó a Xun Hui al carro y, para protegerla del sol, le entregó un paraguas a Yang Ruxin, pidiéndole que lo sostuviera mientras estaba sentada al borde del carro de bueyes.