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—Esto... —Yang Ruxin no pudo evitar echar una mirada hacia atrás a los dos tigres dentro de la cueva, uno grande y uno pequeño. ¿Qué estaba pasando aquí?
Afortunadamente, el tigre blanco terminó de amamantar rápidamente y salió. Miró al oso negro y luego a Yang Ruxin.
—¿Este también es para mí? —Yang Ruxin señaló al oso negro.
El tigre balanceó su gran cabeza, incierto de si estaba asintiendo o negando con la cabeza, pero Yang Ruxin lo tomó como una afirmación y directamente lo reunió en su espacio mágico. Con estos dos osos negros, no tendría que preocuparse por el futuro. Aunque venderlos podría ser un poco problemático, siempre encontraría la oportunidad. Mientras pudiera venderlos, eso sería plata.
Sin embargo, lo que hizo el gran tigre a continuación fue algo desconcertante. Se acostó frente al gran Lobo Blanco y gimoteó tristemente, con lágrimas que parecían caer de sus ojos.
