—El Doctor dijo esta mañana que va bien —dijo Dabao con una sonrisa feliz—. Solo toma la medicina dos días más y ya estará todo bien...
—Mm —asintió Yang Ruxin—. Ahora, quiero preguntarte si quieres seguir tomando tu medicina aquí, o si te gustaría irte a casa con hermana.
—¿Casa? —el pequeño se sobresaltó.
—Sí —Yang Ruxin acarició la cabeza del pequeñín—. Desde que te salvé, naturalmente no puedo dejarte a tu suerte. ¿Qué pasaría si los traficantes de personas te vendieran de nuevo? Así que, si quieres, puedes venirte a casa conmigo. Nuestro hogar no es rico, pero al menos tendrás un lugar donde dormir, y no pasarás hambre... Ah cierto, olvidé decirte, también tengo tres hermanas menores y un hermano en casa. Saben que estás en la clínica, y te están esperando en casa...
—¿De verdad? —los ojos del pequeñín brillaron. Durante los últimos seis meses, él y su hermana solo habían encontrado miradas frías. De repente, la palabra 'casa' le parecía algo extraña.