Las personas con secretos siempre temen ser descubiertas, y Su Wenyue no era la excepción. Se sentía particularmente incómoda bajo la mirada de Han Yu, temiendo que él pudiera notar algo extraño en ella. No sabía dónde colocar sus manos y pies, señal de su nerviosismo. Su actitud seria parecía indicar que realmente quería tener una charla sincera, pero ¿de qué se trataba todo esto?
—Mi Esposa, ¿hay algo en lo que haya fallado o algo que te haya hecho infeliz? —preguntó Han Yu intentando hacer su voz lo más suave posible, esperando que Su Wenyue bajara la guardia.
—Marido, ¿de qué hablas? No tengo tales pensamientos; eres muy bueno —dijo Su Wenyue. Al ver que Han Yu parecía no convencerse, enfatizó aún más:
— Eres verdaderamente bueno. ¿Cómo podría estar insatisfecha? ¿He hecho algo mal para que pienses así?