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—Nuera, no puedo estar de acuerdo con este asunto. Qi Luo no ha cumplido con sus responsabilidades, y un castigo se justifica. Sé que eres de buen corazón, pero sin reglas, no hay ni cuadrado ni círculo —Han Yu habló bastante suave, pero su significado fue inequívocamente inflexible. Sería extraño que Su Wenyue estuviera de acuerdo.
—¿Qué reglas y no reglas? Qi Luo es mi persona, y la regla es que ella obedece mis palabras. Su deber es trabajar para mí. No escucharé tu razonamiento defectuoso. No tienes permiso para llevarte a Qi Luo, de lo contrario, jamás dejaré pasar esto —Su Wenyue también tenía sus propios principios, y dado que ella había dicho que se haría cargo de este asunto, no iba a retractarse de su palabra.