—No pasa nada, ya que no estabas al tanto —dijo Han Yu, lanzando una mirada incisiva—. Luego le preguntaré a la Señora sobre eso. Supongo que a ti también te debe haber dado instrucciones. Este asunto no debe revelarse a nadie —lanzó una mirada incisiva, lo que hizo que la Tía Li sintiera una oleada de presión y tensión interior.
—La vieja sirvienta entiende —dijo la Tía Li—. La Señora ya dio sus instrucciones ayer. No pasó nada anoche —dijo la Tía Li y de inmediato se fue a hacer arreglos, ordenando a los sirvientes que trajeran agua y entregando personalmente ropa limpia a Han Yu.
Después de cambiarse a ropa fresca, Han Yu comió una canasta de dumplings de sopa y bebió un tazón de caldo de pollo, preparados por la Tía Li. Dado que se tenía planeada una comida formal al mediodía, la Tía Li no preparó mucho, solo lo suficiente para satisfacer el hambre de Han Yu, lo cual en efecto le cayó muy bien.