—¿Ese perfume viene de ti? —Daohua no tenía intención de seguir la fuente del aroma, pero al ver a Xiao Yeyang tan incómodo, una chispa apareció en sus ojos.
Estaban uno muy cerca del otro, y al hablar, Daohua extendió el cuello y se inclinó para oler a Xiao Yeyang.
Xiao Yeyang había querido esquivar, pero su mirada recorrió el lugar y captó el cuello justo y elegante de Daohua, lo que lo dejó paralizado en el sitio por un momento.
Al mismo tiempo, la imagen de la voluptuosa piel de la Oiran que había visto en el burdel vino a su mente, haciendo que sus mejillas y orejas se tornaran rojo brillante.
—¡Realmente es de ti! —Daohua rápidamente confirmó la fuente del aroma y miró a Xiao Yeyang con incredulidad—. Xiao Yeyang, ¿por qué un hombre como tú llevaría perfume? Y si debes hacerlo, ¿podrías elegir algo con un poco de gusto y no algo tan abrumador? —dijo, mientras agitaba su mano frente a su nariz con desgusto.