El alboroto por cambiar de asientos había pasado y Daohua y sus tres compañeras de clase retomaron sus lecciones regulares.
A diferencia del Maestro Qin, que solo sabía enseñar según el libro, el Maestro Shen ponía un gran énfasis en integrar el conocimiento con la vida, a menudo usando historias de la vida cotidiana para profundizar la comprensión de las chicas.
Como resultado, su aula era relajada, e incluso Yan Yile, quien era la más inquieta, ya no hablaba de las lecciones con tanto temor como antes.
Además, bajo la guía directa del Maestro Shen, las habilidades de bordado de Daohua habían avanzado rápidamente. Con su práctica enfocada, los pañuelos y bolsos que bordaba ahora eran tan buenos como los que hacían las otras tres chicas.
La matriarca de la familia Yan y la Señora Li se sintieron aliviadas al ver que Daohua ya no se pinchaba los dedos con la aguja y podía bordar adecuadamente.