Mientras tanto.
De camino de vuelta al aula después de comer, Tang Ming no pudo evitar estornudar, a lo que explicó a Ning Xiao:
— Mi mamá debe estar pensando en mí.
Normalmente, Ning Xiao no respondería a ese tipo de comentario.
—Disculpe, disculpe... —Justo cuando habían llegado a las escaleras, Xu Zhiyue, con lentes gruesos y la frente gacha, les habló suavemente a los dos:
— ¿Saben dónde está Bai Lian?
Ella entrelazaba sus dedos nerviosamente.
Su voz era tan suave que Tang Ming no había escuchado claramente, pero entendió que estaba preguntando por Bai Lian.
—Ella salió por algunos asuntos, si necesitas algo, puedo pasar el mensaje —dijo Tang Ming.
—No es nada, ¡gracias! —Xu Zhiyue hizo una reverencia de nuevo y se marchó rápidamente con la cabeza baja.
Tang Ming estaba perplejo.
Aún quería decir algo.
Su teléfono emitió un bip, y al mismo tiempo, el de Ning Xiao se iluminó.
