Jessica caminaba por el territorio de la manada como si fuera suya, con una expresión de pura arrogancia. Al acercarse, posó sus ojos en ella, esbozando una sonrisa lenta y burlona en sus labios.
—Vaya, si no es la pequeña pareja —dijo Jessica con voz arrastrada, su tono rebosante de desdén—. ¿Das un paseo, o estás perdida sin que Damien te dé la mano?
Los puños de Anne se apretaron a su lado. —No estoy de humor para tus juegos, Jessica —dijo, su voz era firme aunque matizada con ira.
La sonrisa de Jessica se amplió, sus ojos brillaban divertidos. —¿Así tratas a tu manada?
—No perteneces aquí, Jessica —Anne respondió con brusquedad.
Jessica inclinó la cabeza, su sonrisa tornándose perversa. —Oh, querida, yo era parte de esta manada mucho antes de que tú aparecieras. He conocido a Damien toda mi vida. ¿Tú? Solo eres una fase pasajera. ¿Realmente crees que se quedará a tu lado una vez se dé cuenta de la carga que eres? ¿Una vez vea cuántos problemas traes?
Anne rodó los ojos.