—Ding—Ding
Su teléfono no paraba de parpadear desde su bolsillo; Tang Shu bajó la vista para ver que era una llamada de voz por WeChat y, tras una breve pausa, presionó el botón de contestar.
—Di.
Una palabra, fría y sin emoción.
...
Shen Yan, que originalmente había tenido la intención de expresar su asombro con un rugido, de repente se sintió como si enfrentara a un tirano.
Su bravuconería visiblemente se desinfló.
—Um... Jefe, ¿estás de mal humor ahora mismo?
—No, ocupado.
Mientras Tang Shu realizaba múltiples tareas, hablaba por la llamada de voz y seleccionaba cuidadosamente hierbas raras.
Escuchando a su jefe soltar palabras una a una, Shen Yan sabía que ella realmente estaba ocupada, pero no pudo evitar murmurar para sí mismo.
¿Podría ser que desenterrar tumbas tenga que hacerse de noche?
¡Qué tipo de habladurías supersticiosas eran esas!
