—¿Todavía no despertaste completamente? —una voz clara y familiar de repente resonó cerca, teñida con un poco de profundidad, como un pequeño pincel que inadvertidamente rozaba su oreja, provocando una sensación de hormigueo.
Tang Shu abrió los ojos, su mirada aturdida instantáneamente ganó un toque de lucidez mientras sus desnudos y pálidos dedos de los pies inconscientemente se curvaban hacia adentro.
Ella inclinó ligeramente su teléfono, y dos caracteres se mostraron en la pantalla: Jing Yu.
—Lo siento... —una ola de calor se extendió por la mejilla de Tang Shu que reposaba contra el lado derecho de su pantalla de teléfono, y en su corazón, ella repetidamente maldecía a Cheng Ranran como la culpable, sin darse cuenta de que estaba desplazando su irritación.
—Ya desperté.
—Mm —Jing Yu pronunció una sola sílaba nasalmente—. El clima está realmente bueno hoy. Están celebrando una feria del templo en la calle junto a nuestra comunidad. ¿Quieres echarle un vistazo?