—Tranquilízate.
No había necesidad de eso, ella no era una capitalista que explotaba a sus trabajadores.
—¡Por supuesto, Gerente! Estás ocupada, ¡no te molestaré más!
Al siguiente segundo, Shen Yan colgó el teléfono.
En la colina, Tang Shu miró la pantalla brillante con confusión por un momento, —¿Cuál es el problema?
¿Podría ser que su empleado estaba teniendo una crisis nerviosa debido a demasiadas horas extra?
Olvídalo, sus hierbas eran más importantes.
Mientras tanto, de vuelta en la oficina de Medios Estrella Brillante, Shen Yan, que acababa de colgar, frotaba sus palmas una contra la otra, con los ojos brillantes mientras miraba fijamente la pantalla de su computadora, emocionado por comenzar.
—¡Emociónate!
—¡Tiembla de anticipación!
—¡Todos ustedes van a morir!
El Tío She era tranquilo por naturaleza pero, cuando hablaba, siempre era algo que dejaría a todos en silencio.
