El niño aún era demasiado joven, solo tenía unos diez años. Si esto se prolongaba, incluso si su cuerpo no resultaba herido, su mente no podría soportarlo.
—Estoy de acuerdo, pero necesitas liberar al rehén. Tomaré su lugar.
Tang Shu no era precisamente una santa, pero acababa de salvar a la madre del niño. Si algo más le pasaba al niño, ya no sería cuestión de una sola vida.
Además... con la situación como estaba, si el enfrentamiento continuaba, prolongar las cosas solo se volvería más desventajoso para ellos.
Las palabras de Tang Shu dejaron estupefactos a todos los presentes, y todos abrieron los ojos de asombro.
—No puede ser, eres demasiado joven y no eres un funcionario público. ¡No tienes obligación de hacer esto!
—¡Es cierto, no puedes ir!
—¿Entonces tienes alguna idea mejor?
Tang Shu replicó, avanzó dos pasos y miró a los criminales, quienes también mostraron expresiones de sorpresa.