Sin embargo, después de que la vida de esta mujer heroica se estabilizara, no se quedó mucho tiempo en la capital, sino que llevó las cenizas de sus hermanos de vuelta a su antiguo hogar en el Noreste, regresando a las montañas y los bosques bajo la apariencia de retirarse.
Décadas más tarde, el Padre Tang eligió el mismo camino que la Abuela Tang.
No sorprende que Jing Yu, que nació en una familia militar, conociera las hazañas de la Abuela Tang.
—El comandante Tang es una heroína de la generación, admirada por todos; mi abuelo también la mencionaba a menudo —dijo Jing Yu.
El hecho de que el Padre Jing y el Padre Tang se convirtieran en camaradas en armas y hermanos no era solo por su vínculo en batalla, sino también porque sus familias se habían conocido en el pasado.
Fue la primera vez que Tang Shu escuchaba fragmentos sobre la Abuela Tang de alguien más, y lo encontró bastante intrigante.
—¿De verdad? —preguntó ella.