A medida que los ruidos de susurros en sus oídos crecían en volumen, los pasos de Tang Shu se volvían más ligeros y elegantes.
Cuando estaba a cien metros del objetivo, finalmente vio varias figuras de verde militar emergiendo del bosque.
—¿Estos son... soldados? —Tang Shu se detuvo confundida, echando una mirada casual a los imponentes árboles sobre ella.
Una idea cruzó por su mente, y en el siguiente instante, canalizó su fuerza interior, tocando ligeramente con los pies el tronco del árbol para ganar impulso, y su cuerpo entero se elevó en el aire.
En solo unos pocos respiros, Tang Shu había aterrizado en un gran árbol a docenas de metros de altura.
Los bosques cerca de las Montañas del Noreste habían estado alrededor por muchos años, y los árboles en el corazón de la tierra habían vivido durante siglos; incluso tres personas abrazando el tronco de este gran árbol no podrían rodearlo.