Los ojos de Zhou Guifang se enrojecieron al escuchar esas palabras —Aquellos primeros años fueron realmente duros, pero perseveramos y logramos el éxito. La amargura se ha convertido en dulzura ahora.
Cuando Luo Siyan regresó, ya era tarde. Al oír el sonido en la puerta, Luo Qiao se levantó y salió al patio —Tercer Hermano, has vuelto.
Al oír la voz de su hermana, Luo Siyan habló suavemente —¿Por qué no te has ido a la cama aún? ¿No te dije que solo necesitabas dejar la puerta abierta para mí?
Luo Qiao respondió —Todavía no me he dormido. La Abuela guardó algunas empanadillas para ti; las están manteniendo calientes en la estufa. ¿Quieres comer algunas?
Luo Siyan había comido antes de apresurarse a volver, pero cuando llegó a la ciudad, no había más autobuses y había caminado todo el camino a casa. La cena que comió había sido digerida hace tiempo.
Conmovido por lo que dijo su hermana, respondió —Está bien, solo iré yo a la cocina. Deberías apurarte e ir a dormir.
